Los discos de vinilo resisten el embate de los formatos digitales y tienen un mercado que no se agota, ésta es una de las razones que ha llevado a Pablo Gallego a montar una tienda de segunda mano en la capital Gran Canaria.
NOTA DE PRENSA (La Provincia) Un rito impagable que no tiene comparación alguna, los discos de vinilo, lejos de convertirse en una reliquia de un pasado analógico, son un formato que cuenta con más adeptos y fanáticos de los que cabría esperar, el negro surco es un gran negocio todavía del que parecen haberse olvidado las tiendas de discos, volcadas en un catálogo en CD, formato en vías de desuso a juzgar de cómo los digitales, de usar y tirar, se van haciendo fuertes entre los consumidores.
El culto al vinilo y la pasión por el coleccionismo es lo que ha movido a Pablo Gallego, uruguayo afincado en la capital grancanaria, a abrir una tienda especializada en discos de vinilo de segunda mano.
Se trata de 33 Revoluciones, en la calle Tomás Morales, 29 , es el único establecimiento de la capital de la Isla que comercia con este género que ha ido desapareciendo de las tiendas de discos que funcionaban en la Isla, que compra, vende y a donde se puede acudir en busca del disco de tu artista preferido, en la edición que buscabas y a un precio económico.
Un comercio abierto el público de calle y al coleccionista canario, peninsular y de otros puntos de Europa y resto del mundo.
Con una colección próxima a los 40.000 vinilos que comenzó a gestionar desde los 12 años, Pablo Gallego decidió abrir una tienda como alternativa a la falta de espacio en su domicilio, y para habilitar más que una tienda al uso, un espacio de intercambio cultural, de conocimiento musical, además de disponer de una oficina donde mantener sus relaciones comerciales con coleccionistas de medio mundo.
"Desde que llegué a las Islas vi el interés que había y empecé a rehacer mi colección: comencé a comprar en contacto con coleccionistas canarios, de la Península, Alemania, Inglaterra, buscando material raro, descatalogado, además de discos normales, y de forma compulsiva mi colección empezó a crecer, los que tengo en la tienda y la privada, y de los que no me desprendo fácilmente", afirma.
Precios medios que oscilan entre uno y nueve euros, descuentos, trato personalizado, reservas, peticiones y asesoramiento musical de todas las décadas y géneros, es lo que se puede encontrar en 33 revoluciones.
"Era más sostenible montar un negocio para coleccionistas y jóvenes que se acercan ahora a la música, porque las tiendas de discos son un templo, donde vienen deejays, público corriente, y donde yo mismo aprendo incluso", explica Pablo Gallego.
"El problema es que se ha perdido el ritual de escuchar un disco entero, de prepararlo en el tocadiscos, colocar la aguja, de disfrutar, ahora todo pasa a ser un archivo, todo es desechable".
El consumidor de vinilos en Canarias tiene un gusto exquisito, según Gallego, y "no se tiene un perfil tan específico como los que piden las primeras ediciones de un álbum en distintos países.
En su opinión, "se tiene un buen gusto, porque desde siempre se ha escuchado muy buena música, lo que más se demanda es el jazz, aunque la música hecha en Canarias vende bastante".
Incluso, clientes japoneses, con los que mantiene contacto regular, que le reclaman los discos de Taburiente junto a flamenco y canción melódica de los años.
Autor DIEGO F. HERNÁNDEZ